Cuando hablamos del tomate solemos imaginar un fruto de color rojo intenso y de un sabor dulzón con un toque ácido. No obstante, existen otras muchas variedades que convierten al tomate en uno de los ingredientes más versátiles.
En la actualidad se comercializan más de 60 clases de tomates, aunque las clases más comunes son:
– Cherry: de pequeño tamaño y sabor intenso, suele utilizarse en ensaladas o como guarnición de platos principales.
– Pera: su fina piel es una de las características más destacadas de este tomate, así como su carnosidad. Tiene forma ovalada y es ideal para consumirlo fresco.
– Corazón de buey: se llaman así debido a la forma que adquieren. No contienen muchas semillas, su pulpa es abundante y son bastante grandes.
– Estrella: es un tipo de tomate muy resistente a condiciones extremas. El fruto es de una calidad excelente y perfecto para comer tanto crudo como en guisos o conservas.
– Roma: está especialmente indicado para la elaboración de salsas. El tomate roma no tiene muchas semillas, es de tamaño mediano y tiene una forma parecida al tomate pera, así como un color rojo intenso y brillante.
– Rosa: el tono rosado de su piel y su gran tamaño son los distintivos de esta variedad de tomate, que es característico de algunas zonas de España, también conocido como «tomate del terreno«. Ideal para comerlo en estado natural, aderezado con aceite de oliva y sal. Es la estrella de los tomates durante los meses de verano, a esta clase dedicaremos un artículo más adelante, en la foto Antonio nos muestra los frutos de su trabajo en su huerto de Chilches (Málaga).
Recuerda que el color es un buen indicador del uso que podemos darle a este fruto. Los tonos rojizos son perfectos para la cocción, mientras que los verdosos y amarillentos son más ácidos y se recomienda usarlos en ensaladas. En cualquier caso, tanto unos como otros son una rica fuente natural de vitamina C y uno de los alimentos más sanos y nutritivos que conocemos.
Me interesa la información de las hortalizas