Anclado en la Sierra Blanquilla, se aferra Carratraca, un municipio reciente que constituye su primer Ayuntamiento en 1821 al emanciparse de Casarabonela. Aunque su término esconde restos de la época romana o, incluso, anteriores como el yacimiento tartésico del cerro de Alquitón junto a las antiguas minas de níquel y diamantes, el pueblo de levanta sobre la cortijada de Aguas Hediondas a expensas de la masiva influencia de bañistas de sus aguas medicinales; tantos que en 1847 se inician las obras del balneario que abre sus puertas en 1856. La importancia de sus visitantes, como Eugenia de Montijo, la saga Heredia, Cánovas del Castillo o el poeta Lord Byron, crece paralela al enriquecimiento de la villa, que en poco tiempo disfruta de dos casinos y de una singular plaza de toros.
Al olor, no precisamente de sus aguas, sino de la fama y dinero de sus visitantes con una asistencia media de cinco mil personas cada temporada estival a finales del siglo diecinueve, los aldeanos aprovechaban para hacer su, también, temporada de verano, alquilando sus casas, con lo que ellos se iban a dormir al campo, pero sacaban suficiente dinero para pasar holgadamente el invierno. En estos años contaba con algo más de mil habitantes y viente pensiones.
¿Dónde y qué comer en Carratraca?
Tapear en el Bar Bragueta (plaza de la Constitución) tapas caseras.
Para comer todo tipo de comidas caseras en especial los callos y el cordero a la Pepa en la más que conocida Fonda Casa Pepa (Calle Baños 18). Se aconseja reservar mesa para ir los fines de semana en el teléfono 952 45 80 49.
Producos típicos de Carratraca:
Tortas de almendras, cubiletes de cabello de ángel, roscos, mantecados, empanadillas o una deliciosa carne de membrillo en Casa Pedro y Casa Rosi que se encuentran en la plaza de la Constitución.
Las Chacinas de la Carnicería Santo.
No te puedes perder…
Guía para ver lo mejor de Carratraca:
Entramos por la calle Carril y aparcamos. Después, subimos por la Avenida de Rioboo hacia la plaza de la Constitución. Desde aquí tomamos el pasaje de Blas Infante y la calle Iglesia hasta la Parroquia de Nta. Sra. de la Salud (s.XVIII), un edificio que se levanta sobre una hermita algo anterior, erigida por las milagrosas curas de sus aguas. Tiene tres naves, deslindadas por arcos de medio punto sobre columnas toscanas de recio porte y un cerramiento con artesonado de factura neomudéjar, obra de la restauración de 1880.
Si lo prefiere, desde la plaza de la Constitución continuamos por calle Baños, donde se levanta el Balneario. Si viene en temporada (15 de Junio al 15 de Octubre), merece la pena verlo; al menos, la sala principal, donde un construcción circular de columnas toscanas en mármol enmarca la piscina de aguas milagrosas, que probaron los más afanados personajes del s. XIX. Seguimos por la calle Glorieta.
Allí se encuentra el Ayuntamiento, la antigua casa de recreo de doña Trinidad Grund en estilo neomudéjar y, cerca, la poligonal plaza de toros rupestre, excavada parcialmente en la roca, que hoy hace las veces de escenario para las represetaciones sacramentales de Semana Santa. Buen momento para venir.
Es aconsejable dar un paseo por el camino forestal, por detrás de la plaza de toros, perfectamente señalizado. Se le conoce por el camino de la Ermita porque, a un kilómetro escaso se encuentran las ruinas de una hermita que doña Trinidad Grund mandó levantar a sus expensas y gloria de la patrona del pueblo, la Virgen de la Salud; pero con tan mala fortuna que un rayo le vino a dar efímera vida quedando, poco después destruida hasta hoy. Desde aquí la vista del encajonado valle es un cuadro para los ojos. Tan sólo ha recorrido un kilómetro, si tiene ganas de seguir y hacer un poco de senderismo, siga por la vereda en las estribaciones de Sierra Blanquilla, en cuyas entrañas nacen las aguas que dan sentido al pueblo. A unos tres kilómetros de la Ermita se encuentra el llano de Los Arenalejos, que dicen que es el fondo de una antigua laguna.
No olvide, si hay tiempo, visitar las cuevas de Doña Trinidad (pidiendo cita previa en el teléfono 952458046), ya en el término de Árdales, con mas de cincuenta pinturas en sus paredes, como la Gran Cierva, el pez o negativos de manos.
La época ideal es de otoño a primavera, preferentemente para las representaciones de Semana Santa ( Jueves y Viernes Santo).