En ningún lugar de la geografía española se conoce mejor el arte de la espetada que en la Costa del sol. El espeto y las sardinas forman parte de la historia cultural y gastronómica de un pueblo que viene realizando esta particular forma de asar las sardinas desde tiempos inmemorables.

La excelente calidad y tamaño de las sardinas locales (no más de 13-16 cm), la orografía del lugar que propicia brisas suaves para las brasas y la propia destreza del espetero, explican la bien merecida fama de los espetos malagueños. Degustar este sabroso manjar en los chiringuitos de sus playas es obligado para todo aquel que se adentre en esta región andaluza, no obstante, para todos aquellos que no tengáis la posibilidad de probar una autentica espetada en las playas malagueñas, os ofrecemos una pequeña guía para que podáis hacer vuestros propios espetos de sardinas:

– Las sardinas deben ser muy frescas y, para que cojan consistencia y aguanten bien en el espeto, deben mantenerse en abundante hielo hasta el momento de su preparación.
– Debemos proveernos de cañas salvajes que harán la función del espeto. Las cañas deben ser más anchas por su base con el fin de que las sardinas no resbalen y caigan a la brasa o a la arena.
– Seleccionamos 6 sardinas que tengan aproximadamente el mismo tamaño y las ensartamos en las cañas. La forma correcta de hacerlo es por el lomo, por debajo de la espina. Todas las sardinas deben ir en la misma dirección.
– Una vez están las sardinas ensartadas, se añade sal gorda por ambos lados y se colocan en las brasas, en primer lugar por la parte de las espinas, cuando estén doradas se les da la vuelta para completar el asado.
– El asado debe realizarse lentamente para que la grasa de la sardina impregne el espeto y le confiera ese sabor tan especial.
– El tiempo de asado dependerá de la inclinación y de la distancia del espeto respecto a las brasas, por lo general, con 3 o 4 minutos por cada lado será suficiente.